Lectura del día: Ex.10:1 - 12:51
Verso Central Éxodo 12:23
Cuando el Señor pase por el país para herir de muerte a los egipcios, verá la sangre en el dintel y en los postes de la puerta, y pasará de largo por esa casa. No permitirá el Señor que el ángel exterminador entre en las casas de ustedes y los hiera. (NVI)
Clamar la sangre de Cristo
en oración nos protege de los ataques del enemigo. En el libro de Apocalipsis
se encuentra la siguiente declaración, Ellos lo han vencido por medio de la
sangre del Cordero y por el mensaje del cual dieron testimonio; no valoraron
tanto su vida como para evitar la muerte. (Rev. 12:11 NVI) También la
Biblia declara, Porque nuestra lucha no es contra
seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que
dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las
regiones celestiales. (Ef. 6:12 NVI) Nuestro enemigo principal no
son personas, sino que es un enemigo con una naturaleza espiritual y las armas
más efectivas en su contra son armas espirituales.
En el texto de este día
encontramos la historia de la primera pascua, la fiesta judía que se celebra en
conmemoración de la liberación de la esclavitud de los judíos. Esa noche en
Egipto, Dios permitió al ángel de la muerte que visitara la nación de Egipto.
Este ángel tenía la autoridad de matar a todos los primogénitos, incluyendo a los
animales. Si esta misma situación la viviéramos en nuestros días, probablemente
la gente pensaría que estas muertes fueron causadas por algún virus, o una
enfermedad nueva, que apareció y ataco a las personas, y que se concentro por
casualidad en los primogénitos. Nosotros sabemos que la causa de sus muertes
era espiritual, y que un ángel de muerte visito todos los hogares, Convocó entonces Moisés a todos los ancianos israelitas, y
les dijo: "Vayan en seguida a sus rebaños, escojan el cordero para
sus respectivas familias, y mátenlo para celebrar la Pascua. Tomen luego un
manojo de hisopo, mójenlo en la sangre recogida en la palangana, unten de
sangre el dintel y los dos postes de la puerta, ¡y no salga ninguno de ustedes
de su casa hasta la mañana siguiente! Cuando el Señor pase por el país para
herir de muerte a los egipcios, verá la sangre en el dintel y en los postes de
la puerta, y pasará de largo por esa casa.
No permitirá el Señor que el ángel exterminador entre en las casas de
ustedes y los hiera. (Ex. 12:21-23 NVI) La causa real de la muerte de
todos los primogénitos fue que el ángel de la muerte tenía el permiso de matar
a todo primogénito. Lo único que lo detendría seria la marca de la sangre del
cordero pascual que había sido sacrificado esa noche en la puerta de esa casa. La
sangre del cordero, en la puerta representa la promesa de Dios de protección.
Era algo físico; la sangre de un cordero sacrificado. Pero tenía efectos
espirituales; detuvo al ángel de la muerte.
Nosotros al igual que los judíos, y
los creyentes del libro de Apocalipsis tenemos un arma poderosa en la sangre de
Cristo. Al clamar la sangre de Cristo en oración, podemos vencer a nuestro
enemigo. Cuando este se levante en nuestra contra podemos “clamar” la sangre de
Cristo en nuestros medios, familias, y hogares, para que nuestro enemigo no
pueda venir y destruir, o hacernos daño. A diferencia de los judíos en Egipto,
nosotros no tenemos que sacrificar un cordero, ni poner en la puerta de
nuestras casas, la sangre de ese cordero. Jesús es nuestro cordero pascual que
ha sido sacrificado por nuestros pecados, y su sangre nos limpia de todo
pecado. En efecto,
Cristo no entró en un santuario hecho por manos humanas, simple copia del
verdadero santuario, sino en el cielo mismo, para presentarse ahora ante Dios
en favor nuestro. Ni entró en el cielo para ofrecerse vez tras vez, como entra
el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena. Si así fuera,
Cristo habría tenido que sufrir muchas veces desde la creación del mundo. Al contrario, ahora, al final de los tiempos,
se ha presentado una sola vez y para siempre a fin de acabar con el pecado
mediante el sacrificio de sí mismo. (Heb. 9:24-26
NVI) Si el pecado es el arma más eficaz de
Satanás para tener acceso a nuestra vida, la sangre de Jesús es suficiente para
limpiarnos de nuestros pecados y desarmar al enemigo de sus armas y autoridad
en nuestra contra. Fue en la cruz que Jesús derramo su sangre, y fue ahí donde
derroto a Satanás. Al confesar la sangre de Cristo estamos reclamando la
victoria de Cristo sobre nuestro enemigo. La sangre de Cristo es una de las “armas espirituales” que Dios nos ha dado
para vencer al enemigo. Cuando estés siendo atacado por el enemigo, ya sea en
tu vida personal, la de tus hijos, o la de tu ministerio, clama la sangre del
cordero de Dios a tu favor y en contra del enemigo ya que no podrá tocar a los
que han sido “cubiertos” con la sangre del Cordero de Dios.
Oración:
- Pide al Señor
discernimiento sobre los problemas en tu vida, si son ataques del enemigo.
- Clama la sangre de Cristo
en tu vida, familia, o negocios, empleo.
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