lunes, 27 de julio de 2009

Día No 51 Una Completa Santificación


Lectura del día: Levítico 13:47 a 15:33
Verso Central Levítico 15:31

Así mantendréis a los hijos de Israel separados de sus impurezas, para que no mueran en sus impurezas por haber contaminado mi tabernáculo que está entre ellos.

El vivir en santidad no solamente incluye “nuestra relación con Dios”, si no que incluye todos los aspectos de nuestra vida. Esto muy importante entenderlo porque algunos no pueden “sacar” su fe de los cultos, o servicios. Solamente experimentan su fe mientras están en un culto, o mientras están orando, pero les cuesta tomar esas experiencias, a todas situaciones de la vida diaria. Algunos declaran tener dos vidas; “mi vida espiritual, y mi vida diaria,” como que si están fueran diferentes, y no tienen relación la una con la otra. ¿Por qué?  En la mentalidad nuestra hay una gran influencia del pensamiento griego, ellos hacían una separación entre lo físico, y lo espiritual, y consideraban lo espiritual como superior y lo físico o la carne como inferior, o menos importante. Aun los primeros creyentes, que venían de un trasfondo gentil, pensaban que, aunque pecaran con su cuerpo, mientras mantuvieran en su parte espiritual (corazón, o alma, o espíritu) una actitud de santidad, todo estaba bien. Por esta razón el apóstol Pablo hace la siguiente declaración, Por consiguiente, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es vuestro culto racional. (Rom. 12:1) También añade a los corintios lo siguiente, Huid de la fornicación. Todos los demás pecados que un hombre comete están fuera del cuerpo, pero el fornicario peca contra su propio cuerpo. ¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? (1Cor. 6:18-19) Lo que Pablo estaba tratando de enseñar a estos creyentes que vivían en un mundo influenciado por la cultura griega, era que tanto el espíritu como el cuerpo deberían de estar consagrados de la misma manera a Dios

Para Dios no existe tal cosa como; “mi vida espiritual”, y “mi vida diaria” o mi “vida secular”. Desde el punto de vista de Dios solamente existe una vida, que tiene diferentes aspectos, pero que no está dividida, o ni tampoco algunos aspectos son más importantes que otros, o que otros son menos santos que los demás. Dios santifica todo el ser, y él desea nuestra completa santificación. Pablo declara, absteneos de toda forma de mal. Y que el mismo Dios de paz os santifique por completo; y que todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea preservado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. (1Tes. 5:22-23) Al leer este día, las indicaciones de cómo es que se determina si la persona estaba inmunda, o no, o si los vestidos, o habitaciones estaban inmundas o no. Podemos descubrir que la santificación que Dios espera de sus hijos no tiene que ver solamente con las cosas religiosas, si no que Dios espera de cada uno de nosotros una completa santificación. Esto quiere decir que la santidad es un estilo de vida que incluye todos los aspectos de nuestra vida. Las enseñanzas de Pablo incluyen, “espíritu, alma y cuerpo”. Esta indicación implicaba que Dios se preocupa no solamente de la condición del alma, sino que también está interesado de la condición del cuerpo, o de todo nuestro ser. Por lo tanto, podemos ver claramente que nuestra consagración a nuestro Dios debe de afectar todo nuestro ser. Nuestra relación con Dios incluye, y debe “tocar” todos los asuntos de nuestra vida. Debemos de tener un estilo de vida consecuente con nuestra nueva naturaleza. 

De acuerdo a la lectura de este día, la naturaleza santa de nuestro Dios debe de estar presente en todos los asuntos de nuestra vida. Dicho de otra manera, siempre debemos pensar cómo podemos agradar a Dios en todas las áreas de nuestra vida ¿Tomamos cuidado de nuestro cuerpo físico? ¿Qué tan espiritual será hacer ejercicio? ¿Qué tal nuestra apariencia? ¿El Vestido? ¿Qué de nuestros negocios? ¿Qué de nuestra interacción con toda persona?  Por supuesto no debemos pensar solamente en esto, porque entonces nos iríamos al extremo de pensar solo en lo material, pero debemos de vivir una vida balanceada. ¿Cómo esta nuestro carácter? ¿Los pensamientos? ¿Qué cosas batallan dentro de nuestra alma? La completa santificación incluye todas las áreas de nuestra vida. O sea que debemos de procurar la santidad en todas las áreas de nuestra vida, o no estamos buscando verdaderamente la santidad.
Oración:                                                                                                  
Pedir a Dios discernimiento para que al examinar nuestra vida podamos descubrir áreas en nuestra vida que no son agradables a Dios.


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lunes, 20 de julio de 2009

Día No 50, Sed Santos así como yo Soy Santo




Lectura del día: Levitico 11:1 a 13:46
Verso Central Levítico 11:44

"Porque yo soy el SEÑOR vuestro Dios. Por tanto, consagraos y sed santos, porque yo soy santo. No os contaminéis, pues, con ningún animal que se arrastra sobre la tierra.

El pueblo de Dios debe tener como distintivo de su carácter la santidad. La santidad es el reflejo de quiénes somos y quien es nuestro Dios. Nuestro Dios es santo y nosotros debemos de reflejar su carácter de santidad. Cuando hablamos de la santidad de Dios, nunca hablamos de que Dios tiene santidad, porque entonces estaríamos hablando de niveles de santidad, o de cantidades, sino que cuando la Biblia habla de la santidad de Dios, simplemente dice que Dios es santo. Su santidad es una parte integral de quien es nuestro Dios. De la misma manera su Iglesia y de una manera individual cada discípulo de Jesús debe aspirar a tener un estilo de vida que refleje la santidad de Jesús quien mora en nosotros. Esto no es la mera aspiración de ser mejor, o de vivir vidas ejemplares, sino que es la manifestación de quienes somos; somos el pueblo que Dios ha seleccionado para manifestarse a este mundo. 
Esa fue la oración de Jesús por su Iglesia, Santifícalos en la verdad; tu palabra es la verdad. Como tú me enviaste al mundo, yo los envío también al mundo. Y por ellos me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad. (Juan 17:17-19) Por eso es necesario que la aspiración individual de cada discípulo es vivir en santidad, ya que nuestro Dios es santo. Cuando uno lee estos pasajes de la ley, se puede “captar” el sentir de santidad que Dios quería que tuviera su pueblo. Cada una de las leyes que leímos este día, como en los días anteriores y en los siguientes, nos hablan de la seriedad con la cual la ley de Dios trata al pecado, o lo que es inmundo. Si bien se puede decir que muchas estas leyes cumplían una función social de higiene y de salud física del pueblo, y por supuesto muchas de ellas solamente fueron para el pueblo de Israel. Más que una función social, estas leyes, así como todas las demás que se mencionan en el Pentateuco, tienen el propósito de apuntar a una verdad central de la revelación de Dios; su santidad. Antes que ninguna otra cosa, estas leyes indicaban claramente que Dios era santo, y que su pueblo debería de ser santo. Por esta razón el pueblo o la persona que tiene una relación con el debe de tener un estilo de vida que manifieste ser una persona en la cual mora un Dios santo, quien le imparte su misma naturaleza. Dios declara a través de Moisés, "Porque yo soy el SEÑOR vuestro Dios. Por tanto, consagraos y sed santos, porque yo soy santo. No os contaminéis, pues, con ningún animal que se arrastra sobre la tierra. "Porque yo soy el SEÑOR, que os he hecho subir de la tierra de Egipto para ser vuestro Dios; seréis, pues, santos porque yo soy santo." (Lev. 11:44-45) Si bien en nuestros días no estamos sujetos a estas leyes acerca de la comida y de las enfermedades, el principio Bíblico nunca cambia y detrás de estas leyes, debemos de entender el principio moral o el “espíritu” de estas leyes, nuevamente, "Porque yo soy el SEÑOR vuestro Dios. Por tanto, consagraos y sed santos, porque yo soy santo... (Lev. 11:44) 
Hoy en día, el mismo principio bíblico se aplica a cada uno de nosotros, ya que los principios de Dios son eternos. Cuando nosotros seguimos los principios de Dios estaríamos reflejando a Dios, y lo que nos debería de distinguir, es su santidad. Como pueblo, o discípulo en el cual Dios mora, nuestro estilo de vida necesita ser de tal manera que reflejemos su santidad, en el trato y convivio con cada persona con la cual tenemos contacto. El principio bíblico no ha cambiado, sigue siendo el mismo; Sed Santos porque Yo soy santo. Pero es importante saber que esto no es algo que se logra mediante el esfuerzo humano, o por medio de la disciplina personal. No se trata de imitar a Jesús, sería ridículo pensar que, mediante el esfuerzo personal, podemos imitar a Jesús. La santidad es el resultado natural de la impartición de su vida en nosotrosLa santidad es el resultado de “morir” a nuestra vieja naturaleza, por medio del Espíritu. La santidad principalmente es el resultado “natural” de nuestra unión con Jesús, y además el Espíritu que mora en nosotros es el que pone en nosotros el deseo, y el poder para vivir en santidad.
Oración:                                                                                                                             
  • ¿Cómo estas manifestando a las personas que rodeas que sirves a un Dios que es santo?
  • ¿Ante todas las cosas eres la luz y la sal en tu mundo?
  • ¿Qué cosas específicas tienes que cambiar para vivir en santidad?

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jueves, 16 de julio de 2009

Día No 49 Santidad en el Ministerio Resulta en Unción


Lectura del día: Levítico 8:1 a 10:20
Verso Central Levítico 8:12

Luego, para consagrar a Aarón, lo ungió derramando sobre su cabeza el aceite de la unción. (BAD)

Dios confiere su unción para el ministerio, cuando el discípulo con fervor se consagra en santidad ante El. La santidad como estilo de vida, es la puerta que nos lleva a vivir fluyendo constantemente en el poder de Dios. Las escrituras enseñan claramente este principio acerca del ministerio. Como pudimos ver en la lectura de este día, Dios le pidió a Moisés que, tanto Aarón como sus hijos se santificaran para que Dios pudiera aceptar sus vidas, y poder bendecir sus ministerios. Por esta razón podemos declarar que la unción de Dios es otorgada solamente a aquellos que se han consagrado en santidad ante el Señor
Su llamado a servir, nos lleva a la santidad, y esta permite que la unción fluya en nuestras vidas. Hay personas que tienen la mentalidad de que la “unción” ministerial es algo que tiene que ver con talentos, habilidades, conocimiento, el estudiar en una universidad o colegio bíblico o por la ordenación de algún concilio. La idea es que si tenemos algunas de esas cosas llenamos los requisitos para recibir la unción de Dios. En la Biblia vemos que, aunque esos elementos son importantes, no son determinantes para que una persona sea ungida y usada por Dios, por el contrario, aun cuando se carezca de muchas habilidades, carisma, o estudio, si la persona vive en santidad y se consagra a Dios, recibirá la unción para servir como un ministro de Dios. No es que debemos de menospreciar lo anterior, pero estamos hablando de que es lo más importante para tener la unción de Dios. Una vida en santidad es más determinante que cualquier otra cosa para ser ungido por Dios para el ministerio
En la lectura de esta semana, Dios describió el rito de la consagración de los sacerdotes, y en ella se indican varios actos que ante todo apuntan a la santidad del sacerdote. En primer lugar, eran lavados sus cuerpos como preparación antes de recibir sus vestiduras, Acto seguido, Moisés hizo que se acercaran Aarón y sus hijos, y los lavó con agua. (Lev 8:6 BAD) Este nos habla de una vida en santidad como PRE-requisito para ser considerado para el ministerio. Nosotros lavamos nuestras vidas constantemente por medio del estudio y la meditación en la palabra. Para hacerla santa.  Él la purificó, lavándola con agua mediante la palabra, (27) para presentársela a sí mismo como una iglesia radiante, sin mancha ni arruga ni ninguna otra imperfección, sino santa e intachable. (Ef. 5:26-27 NVI 1984) Después eran vestidos con las vestiduras especiales que les impartían honor y autoridad como sacerdotes. A Aarón le puso la túnica y se la ciñó con la faja; luego lo cubrió con el manto, y encima le puso el efod, ciñéndoselo con la cinta del mismo. En seguida, le colocó el pectoral, y sobre éste puso el urim y el tumim. Por último, le colocó la tiara en la cabeza, y en la parte delantera puso la placa de oro, símbolo de su consagración, tal como el Señor se lo había mandado a Moisés. (Lev. 8:7-9 BAD) Los diferentes elementos de sus vestiduras representan estas tres cosas: El fruto del Espíritu, los dones espirituales y el carácter santo de su llamado. Después de que el sacerdote era vestido con estas vestiduras sagradas, se procedía a derramar el aceite sobre su vida, Después Moisés tomó el aceite de la unción, y ungió el santuario y todo lo que había en él, para consagrarlos. Siete veces roció el aceite sobre el altar, para ungirlo y consagrarlo junto con el lavamanos y su base, y todos sus utensilios. Luego, para consagrar a Aarón, lo ungió derramando sobre su cabeza el aceite de la unción. (Lev 8:10-12 BAD) 
El creyente que desee la unción para su ministerio, primero deberá de consagrarse al llamado que Dios ha puesto en su vida, y luego deberá de vivir una vida en santidad para ser un ministro en la cual repose la unción de Dios. A diferencia de los ritos que Dios le indico a Moisés, en los cuales se usaban materiales físicos para la consagración del sacerdote. Hoy en día, la consagración, es por medio de conocer y guardar la palabra, por medio de la obra del Espíritu, y por la gracia que Dios nos da. Es a través de estos elementos, que podemos dedicar nuestras vidas al llamado de Dios, y vivir una vida en santidad. No se trata de esfuerzo humano, sino más bien de depender de los recursos que él nos dejó que podremos vivir esa vida en santidad que es necesaria para poder tener su respaldo y tener un ministerio que sea exitoso, y duradero. No se trata de que “yo puedo” si no de mas bien “yo muero’ para que El viva en mí; esto es la unción.
Oración:                                                                                                                             

  • Consagremos ante el Señor nuestras vidas y ministerios en santidad
  • Pidamos que nos conceda su unción para representarle dignamente en el ministerio que nos ha confiado.

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martes, 7 de julio de 2009

Día No 48 Que no se Apague el Fuego


Lectura del día: Lev. 5:1 a 7:3
Verso Central Levítico 6:13

"El fuego se mantendrá encendido continuamente en el altar; no se apagará.


El discípulo de Jesús debe vivir su vida constantemente “ardiendo” apasionado por su Señor y sus propósitos. Dicho de otra manera, estar en avivamiento no es una opción, o algo que depende de Jesús únicamente, como que si él quisiera que en momentos estuviéramos en avivamiento y en otros no quiere que andemos en avivamiento. Como podemos ver en el pasaje de este día, tener el fuego siempre ardiendo, es una orden que Jesús le da a aquellos que han sido llamados para servir en sus propósitos. Andar en avivamiento es una orden. Como cada creyente tiene un llamado en su vida, esta orden es para todo creyente. Por esta razón el creyente que ha logrado llegar a un nivel de fe que va más allá de sus emociones, sabe que en todo tiempo debe de andar en una actitud de avivamiento, y que, para mantener esa actitud, se deberá estar constantemente “avivando el fuego de Dios en su vida”. 
En la orden que Dios les dio a los sacerdotes, hay una palabra que nos ayudar a entender lo que hemos estado leyendo, que les ordenara a Aarón y a sus hijos: «Ésta es la ley respecto al holocausto: El holocausto se dejará arder sobre el altar toda la noche hasta el amanecer, y el fuego del altar se mantendrá encendido. (Lev 6:9 BAD) Notemos como el fuego del altar se debería de mantener encendido. Aun se enfatiza más claro en este verso, El fuego sobre el altar no deberá apagarse nunca; siempre deberá estar encendido. (Lev 6:13 BAD) El altar representa nuestra vida, de acuerdo a Pablo, Por consiguiente, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es vuestro culto racional. (Rom. 12:1 LBLA) En primer lugar, el holocausto que necesitamos ofrecer todos los días a Dios, ya no son animales, o cualesquiera otras cosas, sino que Dios espera que cada uno de nosotros seamos ese sacrificio que se ofrece voluntariamente a Dios cada día. En segundo lugar, Dios les ordenaba a los sacerdotes que la forma que ellos mantendrían el fuego en todo tiempo ardiendo seria añadir cada mañana leña para que el fuego nunca se apague, "El fuego se mantendrá encendido sobre el altar; no se apagará, sino que el sacerdote quemará leña en él todas las mañanas, y pondrá sobre él el holocausto, y quemará sobre él la grasa de las ofrendas de paz. (Lev 6:12) 
El acto de quemar leña todas las mañanas en el altar, en un sentido práctico es la disciplina diaria de nuestro tiempo devocional. Cuando hablamos de mantener avivando el fuego, esto es precisamente lo que necesitamos practicar diariamente; un encuentro diario con Dios a través de la oración y la meditación de su palabra. La única forma que podremos mantener el fuego de Dios ardiendo en nuestras vidas es a través de una disciplina constante de comunión con Dios. Esta disciplina es lo que llamamos el tiempo devociónal. Hay creyentes que en algún momento de sus vidas “entran en avivamiento” y se motivan a seguir el propósito de Dios para sus vidas y se comprometen con él, y están dispuestos a “andar ardiendo en los propósitos de Dios”, sin embargo porque no se han disciplinado a añadirle la “leña” oración, lectura y meditación de la palabra a su vida diaria, ese fuego que nació de Dios en sus vidas, al poco tiempo se apaga, y por esa razón se pierde la pasión por los propósitos de Dios, y por este motivo andan buscando “cultos de avivamiento” para recibir de alguien más lo que no hay en sus vidas. Como hemos visto en estos pasajes, nosotros podemos andar en avivamiento continuo cuando pasamos diariamente un tiempo devociónal en su presencia, donde le estamos permitiendo al Espíritu Santo acceso libre a nuestras vidas, dejando que llene nuestras vidas de su poder. El Espíritu Santo es el fuego del avivamiento, Él es quien que nos da el poder para vivir una vida victoriosa, pero esta se recibe en nuestro tiempo diario de oración en su presencia. 
¿Cómo está tu alta? 
¿Hay fuego en el altar? 
¿Cómo te mantienes ardiendo en este fuego?

Oración:                     

  • Pedir perdón por toda frialdad en su vida,
  • Comprometerse a cada día “poner más leña” en mi altar personal,
  • Pedir al Señor que nos dé una actitud de avivamiento, no guiado por las emociones.
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