lunes, 31 de agosto de 2009

Día No 56 Las Bendiciones de la Obediencia


Lectura del día: Lev. 26:1 - 27:34
Verso Central Levítico 26: 3-4

"Si se conducen según mis estatutos, y obedecen fielmente mis mandamientos, yo les enviaré lluvia a su tiempo, y la tierra y los árboles del campo darán sus frutos; (NVI)

La obediencia es la puerta principal para tener acceso a las promesas de Dios. Cuando Dios le prometía su bendición a su pueblo, siempre esta estaba condicionada a la fe y a la obediencia en su palabra. Esto no era asunto de sentimientos, o de incertidumbre en cuanto a quien Dios bendeciría, sino que simplemente la bendición se cumplía en la vida de aquellos que le obedecían. La obediencia es una de las características más importantes de aquellos que sirven a Dios. De hecho, la obediencia es la primera lección y lo que nos convierte en sus discípulos, Jesús dijo, Enséñenles a obedecer todo lo que yo les he enseñado… (Mat 28:20 BLS) 
¿Por qué es tan importante la obediencia? En primer lugar, al obedecer demostramos que en verdad tenemos fe. Si creemos vamos a obedecer. Simplemente no existe una fe real si no está acompañada de obediencia. La obediencia es hija de la fe. Eso es lo que Santiago habla en su carta, Así también la fe por sí sola, si no tiene obras, está muerta. Sin embargo, alguien dirá: “Tú tienes fe, y yo tengo obras."  Pues bien, muéstrame tu fe sin las obras, y yo te mostraré la fe por mis obras. (Sant. 2:17-18 NVI) 
En segundo lugar, la obediencia demuestra nuestro amor por el Señor. Solamente si le amamos estaremos dispuesto a obedecer sus mandamientos. El amor no ve la obediencia como una carga dura de llevar, si no que el amor produce en nosotros deleite por obedecer sus mandamientos. En tercer lugar, la obediencia demuestra que Jesús es nuestro señor. Solamente si hemos decidido hacer a Jesús señor de nuestra vida estaremos dispuestos a obedecerle. La obediencia es más que seguir las reglas de una religión, sino que la obediencia manifiesta las características más importantes de la vida cristiana; fe, amor, y humildad. Por último, la obediencia es el fruto de la presencia en nuestras vidas del Espíritu Santo quien produce esas cualidades en mi carácter. Por esta razón más que ninguna otra cosa Dios pedía la obediencia de su pueblo. Solamente la obediencia nos garantiza que Dios nos dará todo lo que nos ha prometido. 
¿Cuáles son las bendiciones de la obediencia de cuerdo al pasaje de este día? (1) Provisión material "Si se conducen según mis estatutos, y obedecen fielmente mis mandamientos, yo les enviaré lluvia a su tiempo, y la tierra y los árboles del campo darán sus frutos; la trilla durará hasta la vendimia, y la vendimia durará hasta la siembra.  Comerán hasta saciarse y vivirán seguros en su tierra. (2) Su paz en nuestras vidas, "Yo traeré paz al país, y ustedes podrán dormir sin ningún temor. (3) Seguridad y protección de todos nuestros enemigos, Quitaré de la tierra las bestias salvajes, y no habrá guerra en su territorio. Perseguirán a sus enemigos, y ante ustedes caerán a filo de espada. Cinco de ustedes perseguirán a cien, y cien de ustedes perseguirán a diez mil, y ante ustedes sus enemigos caerán a filo de espada. (4) Prosperidad y éxito en todo lo que se emprenda, "Yo les mostraré mi favor.  Yo los haré fecundos.  Los multiplicaré, y mantendré mi pacto con ustedes. Todavía estarán comiendo de la cosecha del año anterior cuando tendrán que sacarla para dar lugar a la nueva. (5) Su presencia de continuo en nuestras vidas, Estableceré mi morada en medio de ustedes, y no los aborreceré. Caminaré entre ustedes.  Yo seré su Dios, y ustedes serán mi pueblo. (6) libertad de toda “atadura” o condición de esclavitud, Yo soy el Señor su Dios, que los saqué de Egipto para que dejaran de ser esclavos. (7) Una nueva imagen de nosotros mismos’ ya no somos esclavos sino hijos de Dios, Yo rompí las coyundas de su yugo y los hice caminar con la cabeza erguida. (Lev 26:3-13 NVI) 
Estas siete promesas son la bendición integral de Dios para cada uno de nosotros, y restauran el plan original de Dios para nuestras vidas. Pero todas estas bendiciones como hemos visto están condicionadas a nuestra obediencia incondicional. Es como si Dios nos dijera, yo he servido la mesa de todos estos ricos manjares, cuando tu obedeces es como si te levantaras del lugar donde estés (nuestra necesidad, problemas, limitaciones, etc.) y vinieras a servirte de estos manjares, y así saciar tu hambre. ¡Señor haznos verdaderos discípulos!  Enséñenles a obedecer todo lo que yo les he enseñado… (Mat 28:20 BLS)
Oración:                                                                                                  
·       Dar gracias a Dios por todas las promesas de bendición.
·       Consagrar al Señor todas las áreas de nuestra vida a obedecer todos sus mandamientos, como sus discípulos.

·       Hacer nuestras todas sus promesas por medio de la obediencia.


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martes, 25 de agosto de 2009

Día No 55 El Tiempo del Jubileo


Lectura del día: Lev. 24:1 - 25:55
Verso Central Levítico 25:10

El año cincuenta será declarado santo, y se proclamará en el país la liberación de todos sus habitantes. Será para ustedes un jubileo, y cada uno volverá a su heredad familiar y a su propio clan. (NVI)

Al depositar nuestra fe en la muerte del hijo de Dios que murió en la cruz, estamos “activando” el poder liberador de su perdón, gracia y amor en nuestras vidas. No hay “cadena” o “prisión” que nos pueda mantener “encerrados” en Cristo somos libres. No hay nada más terrible que la imagen de un esclavo, o de alguien que está en prisión. La esclavitud más que ninguna otra cosa va en contra del deseo inherente del ser humano a la libertad y al deseo a escoger el curso de su vida. La esclavitud es incompatible con la imagen de Dios en nuestras vidas. Dios nos ha creado a su imagen y no hay nada que este mas en contra de la dignidad y honor que Dios ha puesto en nuestro ser, que la esclavitud. 
Ahora bien, hay cadenas físicas, como la cárcel, o las limitaciones económicas, en la que las personas son esclavas de la pobreza, la miseria. Estas cadenas limitan, roban, detienen, y truncan sueños, deseos, y anhelos. Pero hay otras cadenas que, aunque no se ven, son más poderosas y más difíciles de romper. Son cadenas que la gente lleva en su alma; cadenas de amargura, de odio, de resentimiento, de desprecio, de fracaso, de heridas, de sufrimientos, de mentiras y tantas otras cosas que la gente carga sin la esperanza de algún día poder ser libre. Estas cadenas son cargadas en silencio, son cargadas por el débil que a su paso se quebranta, son cargadas por un tiempo, son cargadas por años, y aun muchos cargan sus cadenas hasta la misma sepultura. También existen prisiones que, aunque no son físicas, hacen que las personas que se sienten “atrapadas” de la suerte, de una serie de sufrimientos, de “demonios” internos, atrapados en relaciones destructivas, atrapados en una serie de fracasos emocionales, atrapados en el desprecio a sí mismo, y atrapados de sus mismas pasiones. Si algo deberíamos entender del mensaje de las escrituras en este día, es que Dios es un Dios que liberta a la persona de toda esclavitud. El evangelio son las buenas noticias que declaran que Dios “rompe” todas las cadenas de opresión en el ser humano. 
Dios instituyo en su pueblo una celebración que señalaba claramente esta verdad. Por medio de Moisés instituyo la celebración del jubileo, "Siete veces contarás siete años sabáticos, de modo que los siete años sabáticos sumen cuarenta y nueve años, y el día diez del mes séptimo, es decir, el día del Perdón, harás resonar la trompeta por todo el país. El año cincuenta será declarado santo, y se proclamará en el país la liberación de todos sus habitantes.  Será para ustedes un jubileo, y cada uno volverá a su heredad familiar y a su propio clan. (Lev 25:8-10 NVI) En esta fecha se cancelaban todas las deudas, se devolvían todas las posesiones que se habían perdido. Este era un tiempo de libertad y de restauración. Hoy en día no tenemos que esperar cada cincuenta años para celebrar la cancelación de nuestras deudas, ni tenemos que esperar la cancelación de todos nuestros pecados. Tampoco tenemos que esperar que suene la trompeta declarando el comienzo del jubileo para que todas las ataduras, y prisiones en nuestra vida se rompan; Hace dos mil años que Jesús declaro el comienzo del jubileo para todo el ser humano, Jesús mismo se ha constituido en nuestro jubileo, y es en el, que nuestras deudas son canceladas. Hace dos mil años que Dios mismo sonó la trompeta del jubileo, sonó con fuerza y claridad retumbando hasta el mismo infierno, sonó con poder y autoridad, declarando todo lo que nos era contrario quedaba cancelado, y tomando a nuestro opresor lo avergonzó y triunfo sobre todos nuestros enemigos en la cruz. No necesitamos esperar el año del jubileo, ¡Hoy podemos vivir en nuestro tiempo del jubileo! Este no solamente un jubileo para cierta nación, sino que es para todo aquel que anhela libertad, es para todo aquel que quiere que todas sus deudas sean perdonadas, es para aquel que quiere ser libre de todas sus cadenas. ¡Gloria a Dios que Jesús es nuestro jubileo!
Oración:                                                                                                  
·       Dar gracias a Dios por nuestro jubileo.

·       Si hay algunas áreas de nuestra vida que necesitan experimentar libertad, confiemos en el Señor quien es nuestro jubileo.

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lunes, 17 de agosto de 2009

Día No 54 Ofreciendo lo Mejor al Señor


Lectura del día: Lev. 22:1 a 23:44
Verso Central Levítico 22:32

"No profanen mi santo nombre sino reconózcanme como santo en medio de los israelitas. Yo soy el Señor, que los santifica. (NVI)

Toda ofrenda o cualquier otra cosa que se ofrezcamos al Señor siempre deberán de ser lo mejor de nosotros. Los capítulos de este día, tienen el enfoque de establecer el principio bíblico de ofrecer a Dios solamente lo mejor. Este principio debe ser parte de nuestra vida; Todo lo que le ofrezcamos a Dios solamente sera lo mejor que tengamos. Por este motivo, cuando vamos a ofrecer algo a Dios, siempre debemos de examinar si es lo mejor que tenemos, de otra manera no debemos hacerlo, hasta que estemos seguros que en verdad es lo mejor que le podemos dar. Dios se agrada de nuestras ofrendas solamente cuando hemos ofrecido lo mejor. En los capítulos de este día hay varias referencias de este principio, y en todas se afirma esta verdad, por ejemplo, El Señor le ordenó a Moisés que les dijera a Aarón y a sus hijos, y a todos los israelitas: «Si alguno de vosotros, sea israelita o extranjero residente en Israel, presenta un holocausto al Señor para cumplir un voto, o como ofrenda voluntaria, para que le sea aceptado deberá presentar un macho sin defecto de entre el ganado vacuno, ovino o cabrío. No presentéis ningún animal que tenga algún defecto, porque no se os aceptará. (Lev 22:17-20 BAD) 
Esto va en contra de la actitud de algunas personas que cuando le ofrecen algo al Señor, sea su vida, ofrendas, recursos, talentos, o cualquier otra cosa, no interesa la condición, o la calidad de su esfuerzo, piensan que no importa si están ofreciendo lo mejor o no, y que lo que más importa es tener una “buena actitud”, o “sinceridad”. Es como algunos dicen, “el Señor sabe todas las cosas, y pues lo más importante es la actitud de mi corazón.” Como que si solamente con tener el deseo de hacer lo mejor fuera suficiente para cubrir la falta de excelencia en lo que ofrecemos o hacemos para Dios. Antes de justificarnos y decirnos que, “Dios es bueno, y entiende”, deberíamos de pensar en que Dios es santo, excelente, y glorioso, y que debemos de hacer y ofrecer todo pensando en lo glorioso que es nuestro Dios. 
Antes de ofrecer algo a Dios, deberíamos de preguntarnos si lo que estamos ofreciendo es “digno” de ser ofrecido a nuestro Dios. Si bien es cierto que no podemos compararnos con la gloria de Dios, pero si a alguien debemos de ofrecer lo mejor que tenemos es precisamente a Él. Este era el principio que bíblico que aprendemos de la ley y los mandamientos que Dios le dio a Moisés. Dios le dijo al pueblo las siguientes palabras para que entendieran porque solamente aceptaría lo mejor de su pueblo, "Obedezcan mis mandamientos y pónganlos por obra.  Yo soy el Señor. "No profanen mi santo nombre sino reconózcanme como santo en medio de los israelitas.  Yo soy el Señor, que los santifica. Yo los saqué de Egipto para ser su Dios.  Yo soy el Señor." (Lev 22:31-33 NVI) 
Lo que ofrecemos refleja la actitud que tenemos en el corazón acerca del Dios que servimos, Si en nosotros está el sentir de que servimos a un Dios santo, glorioso y que merece lo mejor de nosotros, eso se reflejara en todo lo que hacemos, y en todo lo que ofrecemos al Señor. Las siguientes preguntas nos ayudaran a evaluar la condición de lo que “ofrecemos” a Dios en nuestra vida diaria: 
  • ¿Qué clase de vida le ofrezco al Señor cada día? De acuerdo al apóstol Pablo la vida diaria es la mejor ofrenda que se ofrece al Señor, Romanos 12:1. 
  • ¿Cómo es el nivel de excelencia de mi trabajo? No solamente del servicio cristiano, sino de todo lo que hago incluyendo mí empleo o negocio, educación. 
  • ¿Refleja que es para Dios? 
  • ¿Hay en mi corazón un sentir de ofrecerle al Señor lo mejor de mí en mi adoración? 
  • ¿Qué tal tiempo devociónal? 
  • ¿Cómo está mi relación matrimonial? Recordemos que servimos a Dios al servir a los demás, y cuando el cónyuge sirve, a su cónyuge, lo está haciendo con el sentir de que es como para el Señor.

Oración:                                                                                                  
·       Hacer un examen de la vida que vivimos y ver si en todo lo que hacemos ponemos un Espíritu de Excelencia. Si reconocemos que no es lo mejor, pidamos ayuda a Dios para siempre dar lo mejor de nosotros a El.

·       Determinemos siempre ofrecer lo mejor en todo lo que hagamos sea de palabra o de hecho.

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martes, 11 de agosto de 2009

Día No 53 La Santidad y La Obediencia


Lectura del día: Lev. 19:1 a 21:24
Verso Central Levítico 19:1-2

El Señor le ordenó a Moisés que hablara con toda la asamblea de los israelitas y les dijera: "Sean santos, porque yo, el Señor su Dios, soy santo. (NVI)

Vivir una vida en santidad es una exigencia de aquellos que son discípulos de Jesús. La santidad no es una opción, que está determinada por nuestra voluntad, sino que se exige de todos los discípulos de Jesús. Más que una opción, la santidad es una parte integral de aquellos que han experimentado el poder renovador del evangelio en sus vidas. Aunque vivir una vida en santidad es algo que se requiere de los discípulos de Jesús, la motivación principal el amor que tenemos en nuestros corazones por nuestro Señor y Dios. 
Cuando yo me convertí en discípulo de Jesús, había una idea entre algunos de los primeros creyentes que conocí. Según ellos, lo que más interesaba en la vida cristiana era la “sinceridad” y que lo que hicieras saliera del corazón. En otras palabras, podías hacer cosas equivocadas, pero si eras sincero, Dios todavía se agrada de eso. Por ejemplo, un día una persona estaba comentando que ella no podía dar sus diezmos porque tenía una gran necesidad, solamente entregaba una pequeña ofrenda y que pensaba que Dios estaba de acuerdo porque lo hacía con sinceridad. También una pareja que no se había casado, se justificaba diciendo que ellos no estaban mal en vivir en “unión libre, porque lo más importante es que se “amaban” y que eran sinceros en su relación. “Lo que Dios ve es que seamos sinceros en nuestros sentimientos” esa era su justificación. También en una ocasión, una persona se quejaba conmigo porque decía que el pastor ponía presión en la gente para evangelizar a su familia y amigos. Esta persona estaba en desacuerdo porque decía que, si no le salía del corazón ganar a sus amigos, Dios no se agradaba de eso porque no salía del corazón. Aun un amigo mío, me decía que no le gustaba uno de los maestros que teníamos en la escuela Bíblica porque ese maestro (de Adoración) nos decía que levantáramos las manos, y que habláramos en voz alta durante el tiempo de la adoración y alabanza; “Como se atreve a pedirnos que levantemos las manos, si yo no lo hago de corazón no sirve de nada”. Otro se justificaba, no comprometerse con ninguna iglesia, diciendo, “es que no me nace de corazón ser parte de ninguna Iglesia” estoy orando para que Dios ponga en mi corazón el “sentir” de unirme a alguna congregación, mientras seria en vano ser parte de una congregación, porque no lo “siento”, y así tengo libertad de ir a cualquier congregación que yo sienta. 
Si bien es cierto que Dios espera que hagamos las cosas con todo el corazón, y espera que seamos sinceros en todo lo que hacemos, el secreto de la santidad no está ni en que sea de corazón, o que seamos sinceros en nuestros sentimientos, sino en la OBENDIENCIA. Yo puedo ser sincero en lo que hago, pero si mi “sinceridad” contradice lo que las escrituras enseñan, estoy “sinceramente equivocado”. Por otro lado, es cierto que todo lo que hagamos debe de ser de corazón, pero si no he aprendido a obedecer, y si mi corazón es rebelde, nunca podré hacer la voluntad de Dios. Más importante que la sinceridad nuestra, o que “sintamos hacer algo o no” es nuestra obediencia a Dios. Tanto el sentir, y la verdadera sinceridad deberían ser el fruto de nuestra obediencia. Muchas veces no tendremos deseos de hacer algo, pero si simplemente obedecemos sin importar cual se nuestro “sentir”, si obedecemos el “sentir” sugerirá de nuestra obediencia. 
Por esta razón en los pasajes que hemos estado leyendo se ha enfatizado, y hasta cierto punto se exigía que el pueblo de Dios viviera en obediencia. El Señor le ordenó a Moisés que hablara con toda la asamblea de los israelitas y les dijera:  "Sean santos, porque yo, el Señor su Dios, soy santo. (Lev 19:1-2 NVI) El Señor le ordenó a Moisés (Lev 20:1 NVI) El Señor le ordenó a Moisés que les dijera a los sacerdotes, hijos de Aarón… (Lev 21:1 NVI) El primer paso para la santidad es la obediencia a los principios de la palabra de Dios, independientemente de que lo sienta o no lo sienta; Dios se agrada ante todo de nuestra obediencia.
Oración:                                                                                                  
·       Renunciemos a toda actitud equivocada que tengamos ante la obediencia.
·       Renunciemos a la actitud rebelde que no nos permite vivir en Santidad.

·       Pidamos al Señor que nos de pasión por andar en su santidad.


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lunes, 3 de agosto de 2009

Día No 52, Sacando a Egipto del Corazón


Lectura del día: Lev. 16:1 a 18:30
Verso Central Levítico 18:1-3

El Señor le ordenó a Moisés que les dijera a los israelitas: “Yo soy el Señor su Dios. No imitarán ustedes las costumbres de Egipto, donde antes habitaban, ni tampoco las de Canaán, adonde los llevo. No se conducirán según sus estatutos, (NVI)

El propósito de la ley de Dios era formar una nación que fuera diferente a las demás naciones que rodeaban a la recién nacida nación de Israel. Así como el Señor es santo, su nación debería de reflejar el carácter de su Dios. Las leyes y estatutos que Dios dejo por medio de Moisés tenían ese propósito. La tarea que Moisés y después Josué tenían por delante era una tarea enorme. En una sola generación se formaría el carácter distintivo de esta nación como el pueblo de Dios. Los judíos habían vivido por más de cuatrocientos años en la tierra de Egipto, y durante este tiempo como vemos en los escritos de Moisés, la gente se había adaptado a la cultura egipcia, o había tomado las costumbres, la religión y gustos de los egipcios. El plan de Dios era que, en una sola generación, se formara el carácter de la nación que Dios había escogido como su pueblo. A los Israelitas les costó dejar sus costumbres y manera de ser porque había tras ellos una historia de más de cuatrocientos años en los cuales vivieron bajo la esclavitud y la influencia de los egipcios. Aun cuando salieron fuera de Egipto, geográficamente estaban en otra tierra, y se dirigían a la tierra que Dios les prometió. 

Sacar a la gente de Egipto, fue más fácil que sacar del corazón de la gente a Egipto. Esto se constituyó en una de las razones que más llevaron a la gente a rebelarse en contra de Dios. Cuando uno entiende esto, se da cuenta porque Dios fue radical en las demandas que se dieron a través de la ley; Dios quería formar en una sola generación una nación que reflejara su carácter de santidad, los judíos deberían de ser la nación santa, y para lograr este propósito Dios instituyo cada una de las leyes y estatutos. Veamos unos ejemplos de esto; Dios instituyo el gran día de la expiación en la cual la nación entera detenía todo trabajo y actividad para ayunar y santificarse delante de Dios. Este era un día de humillación y de pedir perdón a Dios por los pecados, Y esto os será un estatuto perpetuo: en el mes séptimo, a los diez días del mes, humillaréis vuestras almas y no haréis obra alguna, ni el nativo ni el forastero que reside entre vosotros; porque en este día se hará expiación por vosotros para que seáis limpios; seréis limpios de todos vuestros pecados delante del SEÑOR. Os será día de reposo, de descanso solemne, para que humilléis vuestras almas; es estatuto perpetuo. (Lev 16:29-31) Quedaba estrictamente prohibido hacer sacrificios a los ídolos/demonios, El propósito de este mandamiento es que los israelitas lleven al Señor los sacrificios que suelen hacer en el campo.  Deberán llevarlos al sacerdote, a la entrada de la Tienda de reunión, y ofrecérselos al Señor como sacrificios de comunión. El sacerdote derramará la sangre sobre el altar del Señor, a la entrada de la Tienda de reunión, y quemará la grasa como aroma grato al Señor. Y nunca más volverán a ofrecer ningún sacrificio a sus ídolos que tienen forma de machos cabríos, con los que se han prostituido.  Éste es un estatuto perpetuo para ellos y para sus descendientes. (Lev 17:5-7 NVI) Lo que aquí se está mencionando es una costumbre de la religión egipcia, ellos tenían un dios, llamado Pan, que era representado con cuernos y orejas en la forma de cabra; Los egipcios practicaban sacrificar a este dios varios tipos de animales. Ahora solamente se podía ofrecer sacrificios a Dios. Además, los egipcios, tenían la costumbre de practicar la prostitución pública como parte de los ritos, así como el bestialismo. Especialmente la relación sexual religiosa de mujeres con cabras que representaban a ese Dios. Muchas de las leyes mencionadas en los capitulos de nuestra lectura de este dia, refieren a este problema, donde se condena el bestialismo, el incesto, adulterio, y el homosexualismo. 

Al final Dios les advierte que, si Israel siguiera el ejemplo de las naciones que Dios había desposado de esa tierra, para dárselas por herencia, ellos también sufrirían la misma suerte si seguían sus costumbres y pecados. De igual forma, Dios está formando en cada uno de nosotros su carácter y santidad. Dios nos ha llamado a ser la sal y la luz de esta tierra, y no importa cuáles son las ideas, principios gustos, y modas de la sociedad que vivimos, más que ninguna otra cosa somos el pueblo de Dios, somos el templo del Espíritu Santo, somos el cuerpo de Cristo, y por lo tanto debemos de vivir una vida que refleje la santidad de Dios y los principios de su reino. La obra del Espíritu de Dios y los principios de vida que tenemos en su palabra, son el medio por el cual Dios está formando en nosotros su carácter santo, para que lo podamos reflejar en un mundo que está lleno de pecado, maldad, y destrucción.
Oración:                                                                                                  
Consagrar ante Dios todo nuestro ser, y pedirle que te de discernimiento para examinar tu vida a la luz de sus mandamientos.

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