lunes, 21 de septiembre de 2009

Día No 59 La Ley de los Celos


Lectura del día: Num. 4:34 - 6:27
Verso Central Números 5:27

Cuando ella se haya bebido las aguas de la maldición, y éstas entren en ella para causarle amargura, si le fue infiel a su esposo y se mancilló, se le hinchará el vientre y quedará estéril. Así esa mujer caerá bajo maldición en medio de su pueblo. (NVI)

El amor es la única motivación correcta para servir al Señor, y este amor es la motivación más grande para que podamos servirle a pesar de las dificultades, y decepciones del ministerio. ¿Cuál es la motivación principal de nuestro servicio? ¿Qué cosas han afectado lo que hacemos por el Señor, al servir a otros? Nunca debe ser la obligación, o el deber, ni la costumbre, sino el amor. En el pasaje de este día, se nos narra lo que se conoce como la ley de los celos. Esta ley tiene una aplicación práctica en nuestra relación y servicio para el Señor, y esta ley nos ayuda a entender varios principios de servir a Señor. En primer lugar, la ley decía que cuando el esposo sentía celos, él podía traer a la mujer ante el sacerdote para ponerla a prueba, y descubrir así su infidelidad. De la misma manera Dios prueba nuestros corazones para que nosotros descubramos si nuestra motivación de servicio todavía es porque le amamos
A diferencia del esposo que traía a su mujer delante del sacerdote para descubrir la infidelidad de su esposa, Jesús mismo nos pone a prueba para que nosotros descubramos la condición de nuestro corazón. ¿Cómo ocurre esto? El sacerdote le daba de beber a la mujer agua con polvo del suelo, del lugar donde los sacerdotes ministraban, ahí se encontraba la sangre, huesos, pelos, y demás suciedades que se acumulaban como parte de su ministerio al hacer los sacrificios que se ofrecían en el tabernáculo. Esto representa las cosas que se tienen que “beber” o vivir en el ministerio, y no todo lo que nos ocurre como parte de servir al Señor es agradable, o es fácil de aceptar. En ocasiones tendremos que “beber” algunas cosas que provocan, decepción, frustración, coraje, y hasta desanimo que son provocadas por personas en las cuales hemos invertido mucho de nuestro tiempo, dinero y esfuerzo. Todo eso lo hemos hecho sin ningún interés personal, pero estamos invirtiendo gran parte de nuestra vida, en la vida de alguien más. Lamentablemente no todas las personas entienden, o agradecen, o aprovechan lo que hacemos por ellos. Personalmente he recibido crítica, ataques, chismes y calumnia de algunas de las personas en las cuales he invertido gran cantidad de mi ministerio. (Gracias a Dios que estas han sido la minoría) Estas experiencias en el momento que ocurren tienden a querer amargar o “bloquear” nuestro corazón. 
¡Cuidado, cuando las malas actitudes de los demás nos llegan al corazón! Proverbios nos advierte, Por encima de todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida. (Pro. 4:23 BAD) Esto nos puede traer varias consecuencias terribles. Al permitir la amargura o resentimiento influenciar nuestra vida. En una ocasión, que una persona empezó a difamarme y decir mentiras terribles de mi persona, me dije a mi mismo, “que quizás sería mejor no tomar tan en serio el ayudar a las personas, al fin y al cabo, ni lo agradecían”. Esto es tomar las aguas amargas. Si la mujer era infiel, esas aguas la volverían estéril y que el vientre se le hincharía. Esto lo podemos aplicar de la siguiente manera; cuando una persona que sirve al Señor deja que estas situaciones lo amarguen, esto es una señal de que en algún momento la persona dejo de servir al Señor por amor a él. Al pasar por estas pruebas se descubre la motivación central de nuestro servicio; amar a Dios por sobre todas las cosas, aun a pesar que al servir a las personas seamos “heridos” o acusados por esas mismas personas. Si nos amargamos, y no podemos confiar más en las personas y continuar dando de nosotros mismos es porque en algún momento nuestro corazón se desvió, y permitió que las “aguas amargas” del ministerio desviaran la única motivación aceptable de servicio. 
Una persona que ha sido “herida” al servir a otros, aun puede ejercer un ministerio que da fruto, tenemos a un sumo sacerdote que entiende perfectamente que significa ser abandonado, criticado, burlado y despreciado, y podemos venir a su trono de gracia y recibir sanidad y liberación. (Heb. 4:15-16) Pero una líder o ministro que carga resentimientos y heridas simplemente no puede dar el fruto que Dios quiere que dé, se vuelve “estéril” y su fruto no será permanente. ¿Cuál es la motivación de tu ministerio? ¿Cómo te han afectado las acciones de otros en la forma que ejerces tu ministerio? ¿Hay fruto en tu ministerio?  
Oración:                                                                                                  
  • Este día pide al Señor que te muestre las motivaciones de tu corazón.
  • Si hay motivaciones equivocadas pídele renueve en ti su amor.  
  • Permite que su Espíritu te ayude a “soltar” la amargura o el resentimiento.
  • Permite que Dios “obre” en tu corazón hasta que los recuerdos, de las heridas ya no te causen más dolor.
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martes, 15 de septiembre de 2009

Día No 58 Una Consagración Total a El


Lectura del día: Números 3:1 - 4:33
Verso Central Números 3:9

Pondrás a los levitas a las órdenes de Aarón y de sus hijos. Entre los israelitas, serán ellos los que estén totalmente dedicados a mí. (Num 3:9 NVI)

La consagración es un requisito para que Dios nos de su unción para servir en la Iglesia. El sacerdote en el pueblo de Israel consagraba su vida de por vida a servir al Señor, y su consagración era total. El principio bíblico que “extraemos” de estos pasajes de la Biblia es el siguiente: Solamente una persona que ha hecho una consagración total en todos los aspectos de su vida puede entrar en el ministerio, y terminar con éxito su carrera. En la familia de Moisés vemos claramente este principio establecido por Dios, porque para estar en ministerio sacerdotal Dios demandaba una completa santificación. Esto es lo que dicen los pasajes de hoy, "Haz que comparezcan ante ti tu hermano Aarón y sus hijos Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar.  De entre todos los israelitas, ellos me servirán como sacerdotes. (Exo 28:1 NVI) Junto con su padre sus hijos fueron dedicados al santo servicio del sacerdocio, A los hijos de Aarón les harás túnicas, cinturones y mitras, para conferirles honra y dignidad. Una vez que hayas vestido a tu hermano Aarón y a sus hijos, los ungirás para conferirles autoridad y consagrarlos como mis sacerdotes. (Exo 28:40-41 NVI) Pero sus dos hijos mayores, en abierta rebeldía no siguieron las instrucciones claras y precisas que Dios les había dado en cuanto a la clase de sacrificios, y ofrendas que eran apropiados ofrecer. Veamos, Pero Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario y, poniendo en ellos fuego e incienso, ofrecieron ante el Señor un fuego que no tenía por qué ofrecer, pues él no se lo había mandado. Entonces salió de la presencia del Señor un fuego que los consumió, y murieron ante él. (Lev 10:1-2 NVI) Por esta razón, Dios le recuerda a Moisés el compromiso que una persona hace con El, al ser consagrado a su servicio. 
También Dios había seleccionado a los levitas como la tribu que sería llamado al servicio del sacerdocio, en lugar de todos los primogénitos de todo el pueblo de Israel. Ellos serían los que harían las funciones del tabernáculo, y se encargaría de transportar, cuidar, y asistir en las funciones del tabernáculo a Aarón y sus dos hijos. Aunque ellos no ejercerían las funciones de ofrecer sacrificios, y no se permitía que vieran los artículos más consagrados del tabernáculo, ellos si estarían en contacto con todo lo que tiene que ver con el culto y la adoración de la nación, por lo tanto, su consagración a Dios sería muy importante. Dios le recuerda a Moisés la importancia de la consagración, El Señor le dijo a Moisés: "Trae a la tribu de Leví y preséntasela a Aarón.  Los levitas le ayudarán en el ministerio. Desempeñarán sus funciones en lugar de Aarón y de toda la comunidad, encargándose del servicio del santuario en la Tienda de reunión. Cuidarán allí de todos los utensilios de la Tienda de reunión y desempeñarán sus funciones en lugar de los israelitas, encargándose del servicio del santuario. Pondrás a los levitas a las órdenes de Aarón y de sus hijos.  Entre los israelitas, serán ellos los que estén totalmente dedicados a mí. (Num 3:5-9 NVI) Las últimas palabras de este pasaje nos indican la seriedad con la que se necesita tomar, el servir a Dios. 
Los que han escuchado y desean obedecer el llamado de Dios para sus vidas, se consagran en totalidad al Señor. Ahora bien, en el cuerpo de Cristo todos hemos sido llamados servir o al ministerio cristiano y al igual que los levitas, todos necesitamos entender que Dios no ha eliminado la consagración como un requisito para servir. Si bien nosotros no ejercemos un ministerio sacerdotal de sacrificios, ritos e inciensos. Tampoco ya no estamos bajo la ley, y nuestra santificación en gran medida es otorgada al ser justificados cuando creemos en el sacrificio de Cristo en la cruz del calvario. Esto no significa que el ministerio no sea de igual manera sagrado, y que debe de ser tomado con la misma seriedad, honra, u honor con el cual ellos lo tomaban. Así como no había una diferencia entre el sumo sacerdote y los levitas, tampoco existe una diferencia entre los laicos y los llamados de tiempo completo. Dios espera de cada persona que hace caso del llamado que ha puesto en su vida, lo haga con un sentir profundo de dedicación total a él. El honor y la dignidad del llamado, así como la santidad de nuestro Dios, demanda de nuestra parte una consagración real a Dios y al trabajo que nos esta llamado.
Oración:                                                                                                

  • Consagremos en santidad nuestras vidas a Dios.
  • Hagamos un compromiso con el ministerio al cual hemos sido llamados.
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martes, 8 de septiembre de 2009

Día No 57 El Pueblo de Dios


Lectura del día: Números 1: 1 – 2:34
Verso Central Números 2:2

"Los israelitas acamparán alrededor de la Tienda de reunión, mirando hacia ella, cada cual bajo el estandarte de su propia familia patriarcal. (NVI)

El centro de la vida social, cívica, y espiritual del pueblo de Israel estaba en el tabernáculo, en el cual estaba la presencia misma de Dios. Ellos eran el pueblo de Dios. El mensaje claro que Dios quería comunicar a su pueblo, al ordenarle a Moisés que colocara el tabernáculo en el centro del pueblo, era que en el centro de todo lo que se hacía, debería de estar la presencia de Dios. En la formación y la distribución del pueblo podemos ver como el edificio central y que todos deberían de estar viendo en todo tiempo, es el tabernáculo. El tabernáculo era el lugar donde Dios estaba morando en medio de su pueblo, y este estaba en el centro de su pueblo. También, al organizar al pueblo de la manera que se hizo, se estaba estableciendo que antes que ellos se movieran, o si no se movían dependería de la dirección que recibieran del tabernáculo. Todo esto representaba para ellos, el reconocimiento continuo que ellos eran un pueblo especial, el cual Dios había escogido para morar en centro del mismo. El Señor les dijo a Moisés y a Aarón: "Los israelitas acamparán alrededor de la Tienda de reunión, mirando hacia ella, cada cual bajo el estandarte de su propia familia patriarcal. (Num. 2:1-2 NVI) 
Para nosotros la Iglesia, esta presencia continua de Dios, no está en un edificio, ni un lugar geográfico, pero como el apóstol Pablo dice, nosotros mismo somos el “templo del Espíritu”, ¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? (1 Cor. 3:16 NVI) Nosotros como templo del Espíritu, por lo tanto, necesitamos manifestar su presencia en nuestra comunidad colectivamente, a nivel familiar e individualmente. La obediencia a la voluntad del Espíritu, es la forma práctica de cómo esto es una realidad. Esto es más que una experiencia mística. Así como Dios decidió morar en medio de su pueblo, y ser el centro de la vida de Israel, así el Espíritu desea ser en nuestras vidas el centro de todo lo que somos y hacemos. El desea dirigir nuestras decisiones, y guiarnos a entender cuál es su voluntad, en toda situación que enfrentemos. Pablo dijo, No tomen como modelo a este mundo. Por el contrario, transfórmense interiormente renovando su mentalidad, a fin de que puedan discernir cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, lo que le agrada, lo perfecto. (Rom 12:2 LPD) Si tan solo le damos la oportunidad, el nos guiara y nos evitara los errores a los que somos tan expuestos cada día. Jesús prometió esto a sus discípulos, Y yo rogaré al Padre y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo [14] no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce; pero vosotros lo conocéis, porque vive con vosotros y estará en vosotros. (Juan 14:16-17 RV95) El mismo les añadió, Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, [21] él os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que yo os he dicho. (Juan 14:26 RV95) 
También, su presencia significa posesión, ¡Le pertenecemos, somos el pueblo de Dios! En el pueblo de Israel, la ubicación central del tabernáculo indicaba que ellos eran el pueblo especial de Dios, y que Dios moraba de entre todas las naciones en medio de ellos, identificándolos como el pueblo de Dios. La iglesia, al ser el templo del Espíritu Santo se ha convertido en el pueblo de Dios, esto también implica posesión, Dios nos ha comprado le pertenecemos. En las mismas palabras de Pablo, ¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de parte de Dios?  Ustedes no son sus propios dueños; fueron comprados por un precio. Por tanto, honren con su cuerpo a Dios. (1Co 6:19-20 NVI) 
¿Cómo honramos a Dios con nuestro cuerpo? El pueblo de Israel cumpliría su razón de ser, siendo el pueblo que llevara la luz de Dios a las naciones. Ellos fallaron en su llamado. Ahora el Espíritu de Dios mora en la iglesia y nos llama a ser luz a las naciones. En todas partes del mundo donde hay un discípulo de Cristo su luz debe de brillar en medio de la obscuridad. En un sentido práctico esto significa que por medio de nuestro estilo de vida reflejamos su luz al mundo, especialmente cuando manifestamos la justicia y la misericordia del reino de Dios, con los pobres, los extranjeros, los menospreciados, los ciegos, los atados, los enfermos, los cansados, y los hijos prodigos. En otras palabras, cuando dejamos al Espíritu influenciar nuestras vidas, y todo lo que hacemos como iglesia refleja la dirección del Espíritu, los que nos rodean reconocerán que somos el pueblo de Dios por la manera que conducimos nuestras vidas
Oración:                                                                                                  

  • Dar gracias al Espíritu Santo por habernos escogido como su templo.
  • Determinar reflejar su luz en la obscuridad de nuestro mundo.
  • Rendir al Señor todo nuestro ser en adoración y obediencia.


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