martes, 8 de septiembre de 2009

Día No 57 El Pueblo de Dios


Lectura del día: Números 1: 1 – 2:34
Verso Central Números 2:2

"Los israelitas acamparán alrededor de la Tienda de reunión, mirando hacia ella, cada cual bajo el estandarte de su propia familia patriarcal. (NVI)

El centro de la vida social, cívica, y espiritual del pueblo de Israel estaba en el tabernáculo, en el cual estaba la presencia misma de Dios. Ellos eran el pueblo de Dios. El mensaje claro que Dios quería comunicar a su pueblo, al ordenarle a Moisés que colocara el tabernáculo en el centro del pueblo, era que en el centro de todo lo que se hacía, debería de estar la presencia de Dios. En la formación y la distribución del pueblo podemos ver como el edificio central y que todos deberían de estar viendo en todo tiempo, es el tabernáculo. El tabernáculo era el lugar donde Dios estaba morando en medio de su pueblo, y este estaba en el centro de su pueblo. También, al organizar al pueblo de la manera que se hizo, se estaba estableciendo que antes que ellos se movieran, o si no se movían dependería de la dirección que recibieran del tabernáculo. Todo esto representaba para ellos, el reconocimiento continuo que ellos eran un pueblo especial, el cual Dios había escogido para morar en centro del mismo. El Señor les dijo a Moisés y a Aarón: "Los israelitas acamparán alrededor de la Tienda de reunión, mirando hacia ella, cada cual bajo el estandarte de su propia familia patriarcal. (Num. 2:1-2 NVI) 
Para nosotros la Iglesia, esta presencia continua de Dios, no está en un edificio, ni un lugar geográfico, pero como el apóstol Pablo dice, nosotros mismo somos el “templo del Espíritu”, ¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? (1 Cor. 3:16 NVI) Nosotros como templo del Espíritu, por lo tanto, necesitamos manifestar su presencia en nuestra comunidad colectivamente, a nivel familiar e individualmente. La obediencia a la voluntad del Espíritu, es la forma práctica de cómo esto es una realidad. Esto es más que una experiencia mística. Así como Dios decidió morar en medio de su pueblo, y ser el centro de la vida de Israel, así el Espíritu desea ser en nuestras vidas el centro de todo lo que somos y hacemos. El desea dirigir nuestras decisiones, y guiarnos a entender cuál es su voluntad, en toda situación que enfrentemos. Pablo dijo, No tomen como modelo a este mundo. Por el contrario, transfórmense interiormente renovando su mentalidad, a fin de que puedan discernir cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, lo que le agrada, lo perfecto. (Rom 12:2 LPD) Si tan solo le damos la oportunidad, el nos guiara y nos evitara los errores a los que somos tan expuestos cada día. Jesús prometió esto a sus discípulos, Y yo rogaré al Padre y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo [14] no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce; pero vosotros lo conocéis, porque vive con vosotros y estará en vosotros. (Juan 14:16-17 RV95) El mismo les añadió, Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, [21] él os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que yo os he dicho. (Juan 14:26 RV95) 
También, su presencia significa posesión, ¡Le pertenecemos, somos el pueblo de Dios! En el pueblo de Israel, la ubicación central del tabernáculo indicaba que ellos eran el pueblo especial de Dios, y que Dios moraba de entre todas las naciones en medio de ellos, identificándolos como el pueblo de Dios. La iglesia, al ser el templo del Espíritu Santo se ha convertido en el pueblo de Dios, esto también implica posesión, Dios nos ha comprado le pertenecemos. En las mismas palabras de Pablo, ¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de parte de Dios?  Ustedes no son sus propios dueños; fueron comprados por un precio. Por tanto, honren con su cuerpo a Dios. (1Co 6:19-20 NVI) 
¿Cómo honramos a Dios con nuestro cuerpo? El pueblo de Israel cumpliría su razón de ser, siendo el pueblo que llevara la luz de Dios a las naciones. Ellos fallaron en su llamado. Ahora el Espíritu de Dios mora en la iglesia y nos llama a ser luz a las naciones. En todas partes del mundo donde hay un discípulo de Cristo su luz debe de brillar en medio de la obscuridad. En un sentido práctico esto significa que por medio de nuestro estilo de vida reflejamos su luz al mundo, especialmente cuando manifestamos la justicia y la misericordia del reino de Dios, con los pobres, los extranjeros, los menospreciados, los ciegos, los atados, los enfermos, los cansados, y los hijos prodigos. En otras palabras, cuando dejamos al Espíritu influenciar nuestras vidas, y todo lo que hacemos como iglesia refleja la dirección del Espíritu, los que nos rodean reconocerán que somos el pueblo de Dios por la manera que conducimos nuestras vidas
Oración:                                                                                                  

  • Dar gracias al Espíritu Santo por habernos escogido como su templo.
  • Determinar reflejar su luz en la obscuridad de nuestro mundo.
  • Rendir al Señor todo nuestro ser en adoración y obediencia.


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