lunes, 18 de mayo de 2009

Día No 42 La Consagración del que Sirve al Señor


Lectura del día: Ex. 28:1 a 29:46
Verso Central Éxodo 28:36

Harás también una lámina de oro puro, y grabarás en ella, como las grabaduras de un sello: "SANTIDAD AL SEÑOR."

El llamado de Dios en nuestras vidas demanda que vivíamos vidas en santidad. Para que el discípulo de Jesús pueda servir, primeramente, necesita determinarse a vivir en santidad por el “llamamiento” que ha recibido. La santidad de Dios y lo glorioso de su llamado, demanda que dediquemos nuestras vidas a vivir en santidad. Si estudiamos las escrituras, descubriremos claramente que Dios ha escogido a todos sus hijos para un servicio específico, no existe un discípulo de Jesús que esté libre de tener un llamado en su vida por este motivo la lección de hoy es muy importante. En el capítulo 29 de Éxodo tenemos las instrucciones que Dios le dio a Moisés acerca de cómo deberían de consagrarse los sacerdotes que servirían al Señor. En estas instrucciones encontramos los principios que Dios espera de cada persona que Dios ha llamado al ministerio. 
En primer lugar, se presentaba ante Dios el sacerdote con una ofrenda, (v.1-4) Pablo dijo lo siguiente en el contexto de servir a Dios, Por consiguiente, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es vuestro culto racional. (Rom.12:1) Nosotros somos esa ofrenda que se está ofreciendo voluntariamente para su servicio. En segundo lugar, el sacerdote era bañado antes de la ceremonia de la consagración. (v.4) Nosotros nos “lavamos” cada día al dejar que diariamente la palabra nos “lave” en nuestro tiempo devocional. Tercero, eran vestidos con las vestiduras especiales que les conferían honor y autoridad. En nuestras vidas estas vestiduras son una vida de santidad, y el fruto del Espíritu, que se exterioriza en un carácter que refleja a Jesús. (v.4-9) Cuarto, el sacerdote ofrecía varios tipos de sacrificios que tenían el propósito de limpiar su pecado, de ofrecer gracias, y de consagrarse ante Dios. Esto nos habla de una vida que está siguiendo el propósito de Dios, y que está siendo formado como servidor, por medio de la oración continua, el sacrificio de adoración, una vida que constantemente se limpia con la sangre de Jesús a través del arrepentimiento (v.10-35). Quinto, las vestiduras eran rociadas con aceite y con la sangre de los sacrificios, después tomarás de la sangre que está sobre el altar y del aceite de la unción, y lo rociarás sobre Aarón y sobre sus vestiduras, y sobre sus hijos y sobre las vestiduras de sus hijos; y quedarán consagrados él y sus vestiduras, y también sus hijos y las vestiduras de sus hijos con él.  (Exo 29:21) Esto nos indica que Dios quería que el sacerdote continuamente debiera de estar bajo la limpieza de la sangre. En otras palabras, nosotros como discípulos Jesús necesitamos constantemente vivir “bajo” la sangre de Cristo que lo limpia de todo pecado. Ninguno de nosotros estamos exentos de pecar, por esa la continua purificación por medio de la sangre de Cristo es necesaria para mantener el respaldo de Dios en nuestro ministerio.  Por último, el aceite de la unción representa la llenura del Espíritu en la vida del discípulo. Sin la unción es imposible servir al Señor. Antes que todas las cosas, nosotros que somos discípulos de Cristo somos ministros del Espíritu y debemos de andar en la unción constante del Espíritu en nuestras vidas.  Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, de tal manera que los hijos de Israel no podían fijar la vista en el rostro de Moisés por causa de la gloria de su rostro, que se desvanecía, ¿cómo no será aún con más gloria el ministerio del Espíritu? (2 Cor. 3:7-8) Como ministros del nuevo pacto, todos los discípulos de Jesús tenemos un ministerio más glorioso que los sacerdotes experimentaron bajo el sacerdocio de Aarón, pero eso no significa que podamos vivir en pecado, y sin una verdadera consagración, y esperar que Dios siga respaldando el ministerio que se nos ha confiado, por el contrario, los principios bíblicos enumerados en esta lección son la guía para tener un ministerio bendecido y a largo plazo. Por lo tanto, en este día examinemos nuestras vidas a la luz de lo aprendido y pidamos a Dios que nos muestra que áreas de nuestra vida no hemos pasado por este mismo proceso de consagración y santificación como servidores de Jesucristo. Que todos podamos decir, ¡Señor consagramos todo nuestro ser a tu servicio en santidad!

Oración:                                                                                                                             
  • Consagración de nuestras vidas y ministerios al servicio de Dios
  • Examinar delante de Dios la condición de nuestro corazón y pedirle a Dios que nos renueve en su presencia.
  • Apelar al sacrificio de Jesús, y de su sangre que nos limpia de todo pecado.

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