Lectura del día: Lev. 22:1 a 23:44
Verso Central Levítico 22:32
"No profanen mi santo nombre sino reconózcanme como santo en medio de los israelitas. Yo soy el Señor, que los santifica. (NVI)
Toda ofrenda o
cualquier otra cosa que se ofrezcamos al Señor siempre deberán de ser lo mejor
de nosotros. Los capítulos de este día, tienen el enfoque de establecer el
principio bíblico de ofrecer a Dios solamente lo mejor. Este principio debe ser
parte de nuestra vida; Todo lo que le ofrezcamos a Dios solamente sera lo mejor
que tengamos. Por este motivo, cuando vamos a ofrecer algo a Dios, siempre
debemos de examinar si es lo mejor que tenemos, de otra manera no debemos hacerlo,
hasta que estemos seguros que en verdad es lo mejor que le podemos dar. Dios se
agrada de nuestras ofrendas solamente cuando hemos ofrecido lo mejor. En los
capítulos de este día hay varias referencias de este principio, y en todas se
afirma esta verdad, por ejemplo, El Señor le
ordenó a Moisés que les dijera a Aarón y a sus hijos, y a todos los israelitas:
«Si alguno de vosotros, sea israelita o extranjero residente en Israel,
presenta un holocausto al Señor para cumplir un voto, o como ofrenda
voluntaria, para que le sea aceptado deberá presentar un macho sin defecto de
entre el ganado vacuno, ovino o cabrío. No presentéis ningún animal que tenga
algún defecto, porque no se os aceptará. (Lev 22:17-20 BAD)
Esto va en contra de la actitud de algunas personas que
cuando le ofrecen algo al Señor, sea su vida, ofrendas, recursos, talentos, o
cualquier otra cosa, no interesa la condición, o la calidad de su esfuerzo,
piensan que no importa si están ofreciendo lo mejor o no, y que lo que más importa
es tener una “buena actitud”, o “sinceridad”. Es como algunos dicen, “el Señor
sabe todas las cosas, y pues lo más importante es la actitud de mi corazón.”
Como que si solamente con tener el deseo de hacer lo mejor fuera suficiente
para cubrir la falta de excelencia en lo que ofrecemos o hacemos para Dios.
Antes de justificarnos y decirnos que, “Dios es bueno, y entiende”, deberíamos
de pensar en que Dios es santo, excelente, y glorioso, y que debemos de hacer y
ofrecer todo pensando en lo glorioso que es nuestro Dios.
Antes de ofrecer algo
a Dios, deberíamos de preguntarnos si lo que estamos ofreciendo es “digno” de
ser ofrecido a nuestro Dios. Si bien es cierto que no podemos compararnos con
la gloria de Dios, pero si a alguien debemos de ofrecer lo mejor que tenemos es
precisamente a Él. Este era el principio que bíblico que aprendemos de la ley y
los mandamientos que Dios le dio a Moisés. Dios le dijo al pueblo las
siguientes palabras para que entendieran porque solamente aceptaría lo mejor de
su pueblo, "Obedezcan mis mandamientos y pónganlos por obra. Yo soy el Señor. "No profanen mi santo
nombre sino reconózcanme como santo en medio de los israelitas. Yo soy el Señor, que los santifica. Yo los
saqué de Egipto para ser su Dios. Yo soy
el Señor." (Lev 22:31-33 NVI)
Lo que ofrecemos refleja la actitud que
tenemos en el corazón acerca del Dios que servimos, Si en nosotros está el
sentir de que servimos a un Dios santo, glorioso y que merece lo mejor de
nosotros, eso se reflejara en todo lo que hacemos, y en todo lo que ofrecemos al
Señor. Las siguientes preguntas nos ayudaran a evaluar la condición de lo que “ofrecemos”
a Dios en nuestra vida diaria:
- ¿Qué clase de vida le ofrezco al Señor cada día? De acuerdo al apóstol Pablo la vida diaria es la mejor ofrenda que se ofrece al Señor, Romanos 12:1.
- ¿Cómo es el nivel de excelencia de mi trabajo? No solamente del servicio cristiano, sino de todo lo que hago incluyendo mí empleo o negocio, educación.
- ¿Refleja que es para Dios?
- ¿Hay en mi corazón un sentir de ofrecerle al Señor lo mejor de mí en mi adoración?
- ¿Qué tal tiempo devociónal?
- ¿Cómo está mi relación matrimonial? Recordemos que servimos a Dios al servir a los demás, y cuando el cónyuge sirve, a su cónyuge, lo está haciendo con el sentir de que es como para el Señor.
Oración:
·
Hacer un examen de la vida que
vivimos y ver si en todo lo que hacemos ponemos un Espíritu de Excelencia. Si
reconocemos que no es lo mejor, pidamos ayuda a Dios para siempre dar lo mejor
de nosotros a El.
·
Determinemos siempre ofrecer
lo mejor en todo lo que hagamos sea de palabra o de hecho.
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Visite nuestra Iglesia:
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