lunes, 11 de octubre de 2010

Día No 100 Cruzando la Línea del Juicio de Dios

Lectura del día: Jue. 16:23-31; 1 Sam 2:22- 5:12

Verso Central I Samuel 2:30
"Por cuanto has hecho esto, de ninguna manera permitiré que tus parientes me sirvan, aun cuando yo había prometido que toda tu familia, tanto tus antepasados como tus descendientes, me servirían siempre. Yo, el Señor, Dios de Israel, lo afirmo. Yo honro a los que me honran, y humillo a los que me desprecian. (NVI)


Resistir el llamado de Dios al arrepentimiento produce en nosotros un corazón cerrado al juicio de Dios. En ocasiones también, produce una actitud de resignación a las consecuencias de nuestro pecado. En el caso de Eli, pareciera que en vez de que el sacerdote tomara cartas en el asunto y confrontara a sus hijos por su conducta, y dejara de tolerarlos, simplemente se resigna a las consecuencias terribles que la conducta de sus hijos traería sobre su familia. Si permito que alguno de los tuyos continúe sirviendo en mi altar, será para empañarte de lágrimas los ojos y abatirte el alma; todos tus descendientes morirán en la flor de la vida. (1 Sam. 2:33 NVI) Su actitud no era de sometimiento a la voluntad de Dios, si no que era el resultado de constantemente cerrar su corazón a las advertencias de Dios. Existe una línea que se “cruza” que rebasa los límites de la gracia y misericordia de Dios, que lleva a Dios a “soltar” o dejar de intentar restaurar a una persona. En otras palabras, Dios se da por "vencido" y simplemente deja que la persona reciba el fruto de todos sus actos. Si alguien peca contra otra persona, Dios le servirá de árbitro; pero si peca contra el Señor, ¿quién podrá interceder por él?" No obstante, ellos no le hicieron caso a la advertencia de su padre, pues la voluntad del Señor era quitarles la vida. (1Sa 2:25 NVI) No era que deseaba quitarles la vida, porque este era su plan original para la vida de estos jóvenes, pero como no ocurre nada sin que sea su voluntad, el simplemente “permitió” o le “dio luz verde” para que recibieran el pago de su pecado; la muerte. Ninguno de nosotros, podemos saber cuándo es que una persona ha cruzado esta línea con Dios. En ocasiones la palabra de Dios nos muestra como algunas personas hicieron cosas terribles, peores aun que las que los hijos de Eli hicieron, pero Dios sigue mostrando su misericordia. Algunos por otro lado experimentaron el juicio de Dios por cosas más sencillas. Aquí es donde entramos en el “territorio” exclusivo de Dios, donde el determina en su voluntad lo que él desea hacer. No es que Dios no hace nada para salvar a las personas del juicio a que están dirigiendo sus vidas, Ya le dije que por la maldad de sus hijos he condenado a su familia para siempre; él sabía que estaban blasfemando contra Dios y, sin embargo, no los refrenó. Por lo tanto, hago este juramento en contra de su familia: ¡Ningún sacrificio ni ofrenda podrá expiar jamás el pecado de la familia de Elí! (1 Sam. 3:13-14 NVI) En este caso especifico, ¿Cómo puede Dios perdonar a quien no desea su perdon? Ellos ni siquiera dieron la más mínima muestra de querer cambiar. Por otro lado, la disciplina, permisiva de su padre formo en el corazón de sus hijos una actitud de irreverencia al llamado de Dios en sus vidas. La actitud correcta para nosotros, es que en todo momento debemos ser sensibles a la palabra de Dios, debemos ser abiertos a la dirección del Espíritu Santo que nos llama al arrepentimiento, o que nos muestra su voluntad, o que nos pide que cambiemos el curso de nuestra vida. ¡Señor, abre mis ojos a mis errores, enséñame a ver mis caminos, y muéstrame si hay error en ellos!

Oración:

• Pedir un corazón “abierto” para recibir su corrección.

• Pedir que abra nuestros ojos para que podamos ver nuestra verdadera condición

• Pedir a Dios que nos dé un espíritu de arrepentimiento.

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