Lectura del día: Lev. 16:1 a 18:30
Verso Central Levítico 18:1-3
El Señor le ordenó a Moisés que les dijera a los israelitas: “Yo soy el Señor su Dios. No imitarán ustedes las costumbres de Egipto, donde antes habitaban, ni tampoco las de Canaán, adonde los llevo. No se conducirán según sus estatutos, (NVI)
El propósito
de la ley de Dios era formar una nación que fuera diferente a las demás
naciones que rodeaban a la recién nacida nación de Israel. Así como el Señor es
santo, su nación debería de reflejar el carácter de su Dios. Las leyes y
estatutos que Dios dejo por medio de Moisés tenían ese propósito. La tarea que
Moisés y después Josué tenían por delante era una tarea enorme. En una sola
generación se formaría el carácter distintivo de esta nación como el pueblo de
Dios. Los judíos habían vivido por más de cuatrocientos años en la tierra de
Egipto, y durante este tiempo como vemos en los escritos de Moisés, la gente se
había adaptado a la cultura egipcia, o había tomado las costumbres, la religión
y gustos de los egipcios. El plan de Dios era que, en una sola generación, se
formara el carácter de la nación que Dios había escogido como su pueblo. A los
Israelitas les costó dejar sus costumbres y manera de ser porque había tras
ellos una historia de más de cuatrocientos años en los cuales vivieron bajo la
esclavitud y la influencia de los egipcios. Aun cuando salieron fuera de
Egipto, geográficamente estaban en otra tierra, y se dirigían a la tierra que
Dios les prometió.
Sacar a la gente de Egipto, fue más fácil que sacar del
corazón de la gente a Egipto. Esto se constituyó en una de las razones que más
llevaron a la gente a rebelarse en contra de Dios. Cuando uno entiende esto, se
da cuenta porque Dios fue radical en las demandas que se dieron a través de la
ley; Dios quería formar en una sola generación una nación que reflejara su
carácter de santidad, los judíos deberían de ser la nación santa, y para lograr
este propósito Dios instituyo cada una de las leyes y estatutos. Veamos unos
ejemplos de esto; Dios instituyo el gran día de la expiación en la cual la
nación entera detenía todo trabajo y actividad para ayunar y santificarse
delante de Dios. Este era un día de humillación y de pedir perdón a Dios por
los pecados, Y esto os será un estatuto perpetuo: en el
mes séptimo, a los diez días del mes, humillaréis vuestras almas y no haréis
obra alguna, ni el nativo ni el forastero que reside entre vosotros; porque en
este día se hará expiación por vosotros para que seáis limpios; seréis limpios
de todos vuestros pecados delante del SEÑOR. Os será día de reposo, de descanso
solemne, para que humilléis vuestras almas; es estatuto perpetuo. (Lev 16:29-31) Quedaba estrictamente prohibido hacer
sacrificios a los ídolos/demonios, El propósito de este mandamiento es que
los israelitas lleven al Señor los sacrificios que suelen hacer en el
campo. Deberán llevarlos al sacerdote, a
la entrada de la Tienda de reunión, y ofrecérselos al Señor como sacrificios de
comunión. El sacerdote derramará la sangre sobre el altar del Señor, a la
entrada de la Tienda de reunión, y quemará la grasa como aroma grato al Señor.
Y nunca más volverán a ofrecer ningún sacrificio a sus ídolos que tienen forma
de machos cabríos, con los que se han prostituido. Éste es un estatuto perpetuo para ellos y
para sus descendientes. (Lev 17:5-7 NVI) Lo que aquí se está mencionando es
una costumbre de la religión egipcia, ellos tenían un dios, llamado Pan, que
era representado con cuernos y orejas en la forma de cabra; Los egipcios
practicaban sacrificar a este dios varios tipos de animales. Ahora solamente se
podía ofrecer sacrificios a Dios. Además, los egipcios, tenían la costumbre de
practicar la prostitución pública como parte de los ritos, así como el bestialismo.
Especialmente la relación sexual religiosa de mujeres con cabras que
representaban a ese Dios. Muchas de las leyes mencionadas en los capitulos de nuestra lectura de este dia, refieren a este problema, donde se condena el bestialismo, el incesto,
adulterio, y el homosexualismo.
Al final Dios les advierte que, si Israel
siguiera el ejemplo de las naciones que Dios había desposado de esa tierra,
para dárselas por herencia, ellos también sufrirían la misma suerte si seguían
sus costumbres y pecados. De igual forma, Dios está formando en cada uno de
nosotros su carácter y santidad. Dios nos ha llamado a ser la sal y la luz de
esta tierra, y no importa cuáles son las ideas, principios gustos, y modas de
la sociedad que vivimos, más que ninguna otra cosa somos el pueblo de Dios,
somos el templo del Espíritu Santo, somos el cuerpo de Cristo, y por lo tanto
debemos de vivir una vida que refleje la santidad de Dios y los principios de
su reino. La obra del Espíritu de Dios y los principios de vida que tenemos en
su palabra, son el medio por el cual Dios está formando en nosotros su carácter
santo, para que lo podamos reflejar en un mundo que está lleno de pecado,
maldad, y destrucción.
Oración:
Consagrar
ante Dios todo nuestro ser, y pedirle que te de discernimiento para examinar tu
vida a la luz de sus mandamientos.
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