Lectura del día: Ex.7:14 - 9:35
Verso Central Éxodo 7:22-23
Pero los magos de Egipto hicieron lo mismo con sus encantamientos; y el corazón de Faraón se endureció y no los escuchó, tal como el SEÑOR había dicho. Entonces se volvió Faraón y entró en su casa, sin hacer caso tampoco de esto.
La dureza de corazón es el
principal obstáculo para que Dios obre en nuestra vida. Este es un mal que
impide que la persona pueda ver su error, o su necesidad, y no le permite ver
la gracia que Dios le ofrece a su vida. La persona que tiene el corazón endurecido
es la más difícil de recibir algo de Dios, porque mientras su corazón no se “quebrante”,
Dios no podrá hacer mucho en su vida. En mi propia experiencia como pastor, he
visto que la peor condición que una persona puede tener es dureza de corazón.
Ya que no importa que se le diga o enseñe, simplemente la persona no puede o no
quiere aceptar lo que Dios le pide.
Esta
fue la condición de Faraón, Pero el corazón de Faraón se endureció y no los
escuchó, tal como el SEÑOR había dicho. (Ex. 7:13) Faraón no solamente lo
hizo en una ocasión, pero cada vez que Dios le hablo, volvió a endurecer su
corazón. Aun cuando parecía acceder a la petición de Moisés en el fondo no
abría su corazón, sino que su dureza se volvía a manifestar y volvía a su
antigua necedad. Me recuerdo de una
persona que por mucho tiempo trate de ayudarle a que se acercara a Dios. No se
trataba de una persona que no tenía conocimiento de Dios, si no por el
contrario era alguien que había conocido de Dios, pero que le había dado lugar
en su vida al pecado, amando las cosas del mundo, y esto había provocado
frialdad en su corazón, y poco a poco su corazón se endureció, hasta que llego
a estar en la condición en la que no importaba que le dijera, simplemente no
podía ver su necesidad. Su vida y su matrimonio estaban pasando por problemas,
y simplemente no aceptaba que necesitaba de la ayuda de Dios, ni tampoco
accedía a que le ayudáramos porque él no quería nada de Dios. Con esta persona
que tenia duro el corazón intente de todo, le pedí a amigos que le hablaran, le
regale libros, lo exhorte, le anime, y no importo que, o como lo hiciera, el no
veía su necesidad. Esa era la situación del Faraón, Pero los magos de Egipto
hicieron lo mismo con sus encantamientos; y el corazón de Faraón se endureció y
no los escuchó, tal como el SEÑOR había dicho. Entonces se volvió Faraón y
entró en su casa, sin hacer caso tampoco de esto. (Ex. 7:22-23)
Esta es una
situación terrible porque mientras este en esta condición, esta persona le ha
cerrado la puerta a la gracia restauradora de Dios. No hay nada, ni nadie que
lo pueda ayudar, ni aun Dios mismo, no porque Dios no pueda, pero Dios
simplemente no forzara la voluntad de alguien que no ve su necesidad. A pesar
de que han pasado años en que la persona mencionada anteriormente, su situación,
ni su actitud han cambiado. Muchas veces la única forma en que las personas
como esta, pueden ser libres de su condición es a través de problemas,
enfermedades, fracasos, solo así su corazón se quebrantara y podrán ver su
necesidad. Lamentablemente ni aun así algunas no pueden todavía su necesidad,
sino que algunas se endurecen aún más y terminan culpando a Dios de sus
problemas. Faraón es el ejemplo clásico de la persona que, a pesar del trato
continuo de Dios en su vida, su familia, y toda la nación de Egipto, no abrió
su corazón para aceptar el trato de Dios, sino que en cuanto se sentía un poco
mejor, volvía a endurecer su corazón, esto lo llevo a perder sus posesiones, su
salud y aun hasta la vida de su mismo hijo. Solamente hasta que llego a ese
nivel, abrió su corazón “temporalmente” pero de nuevo lo vemos cerrando su
corazón, al perseguir a los hijos de Israel. Su dureza lo llevo al fin a la
destrucción de todo su ejército, y de su vida misma.
Una de las cosas más
terribles que puedes tener es un corazón duro que no te deja ver su necesidad
de Dios en tu vida. Este día pide a Dios que te ayude a tener un corazón
abierto a su trato, y nunca permitas que tu corazón se vuelva insensible a Dios.
Oración:
- Pedir al Espíritu Santo
que nos alumbre el corazón y nos muestre si hay dureza en el.
- Rendirnos ante la mano de
Dios y no resistirnos a su trato.
- Pedir un corazón sensible
a su trato en nuestras vidas.
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