Lectura del día: Números 3:1 - 4:33
Verso Central Números 3:9
Pondrás a los levitas a las órdenes de Aarón y de sus hijos. Entre los israelitas, serán ellos los que estén totalmente dedicados a mí. (Num 3:9 NVI)
La consagración es un requisito para que Dios nos de su unción para servir
en la Iglesia. El sacerdote en el pueblo de Israel consagraba su vida de por
vida a servir al Señor, y su consagración era total. El principio bíblico que
“extraemos” de estos pasajes de la Biblia es el siguiente: Solamente una
persona que ha hecho una consagración total en todos los aspectos de su vida
puede entrar en el ministerio, y terminar con éxito su carrera. En la familia
de Moisés vemos claramente este principio establecido por Dios, porque para
estar en ministerio sacerdotal Dios demandaba una completa santificación. Esto es
lo que dicen los pasajes de hoy, "Haz que comparezcan ante ti tu
hermano Aarón y sus hijos Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar. De entre todos los israelitas, ellos me
servirán como sacerdotes. (Exo 28:1 NVI) Junto con su padre sus hijos fueron
dedicados al santo servicio del sacerdocio, A los hijos de Aarón les harás túnicas,
cinturones y mitras, para conferirles honra y dignidad. Una vez que hayas
vestido a tu hermano Aarón y a sus hijos, los ungirás para conferirles
autoridad y consagrarlos como mis sacerdotes. (Exo 28:40-41 NVI) Pero sus
dos hijos mayores, en abierta rebeldía no siguieron las instrucciones claras y
precisas que Dios les había dado en cuanto a la clase de sacrificios, y
ofrendas que eran apropiados ofrecer. Veamos, Pero Nadab y Abiú, hijos de Aarón,
tomaron cada uno su incensario y, poniendo en ellos fuego e incienso,
ofrecieron ante el Señor un fuego que no tenía por qué ofrecer, pues él no se
lo había mandado. Entonces salió de la presencia del Señor un fuego que los consumió,
y murieron ante él. (Lev 10:1-2 NVI) Por esta razón, Dios le recuerda a
Moisés el compromiso que una persona hace con El, al ser consagrado a su servicio.
También Dios había seleccionado a los levitas como la tribu que sería llamado
al servicio del sacerdocio, en lugar de todos los primogénitos de todo el
pueblo de Israel. Ellos serían los que harían las funciones del tabernáculo, y
se encargaría de transportar, cuidar, y asistir en las funciones del
tabernáculo a Aarón y sus dos hijos. Aunque ellos no ejercerían las funciones
de ofrecer sacrificios, y no se permitía que vieran los artículos más
consagrados del tabernáculo, ellos si estarían en contacto con todo lo que
tiene que ver con el culto y la adoración de la nación, por lo tanto, su
consagración a Dios sería muy importante. Dios le recuerda a Moisés la
importancia de la consagración, El Señor le dijo a Moisés: "Trae a la
tribu de Leví y preséntasela a Aarón.
Los levitas le ayudarán en el ministerio. Desempeñarán sus funciones en
lugar de Aarón y de toda la comunidad, encargándose del servicio del santuario
en la Tienda de reunión. Cuidarán allí de todos los utensilios de la Tienda de
reunión y desempeñarán sus funciones en lugar de los israelitas, encargándose
del servicio del santuario. Pondrás a los levitas a las órdenes de Aarón y de
sus hijos. Entre los israelitas, serán
ellos los que estén totalmente dedicados a mí. (Num 3:5-9 NVI) Las últimas
palabras de este pasaje nos indican la seriedad con la que se necesita tomar,
el servir a Dios.
Los que han escuchado y desean obedecer el llamado de Dios
para sus vidas, se consagran en totalidad al Señor. Ahora bien, en el cuerpo de
Cristo todos hemos sido llamados servir o al ministerio cristiano y al igual
que los levitas, todos necesitamos entender que Dios no ha eliminado la consagración
como un requisito para servir. Si bien nosotros no ejercemos un ministerio
sacerdotal de sacrificios, ritos e inciensos. Tampoco ya no estamos bajo la
ley, y nuestra santificación en gran medida es otorgada al ser justificados
cuando creemos en el sacrificio de Cristo en la cruz del calvario. Esto no
significa que el ministerio no sea de igual manera sagrado, y que debe de ser
tomado con la misma seriedad, honra, u honor con el cual ellos lo tomaban. Así
como no había una diferencia entre el sumo sacerdote y los levitas, tampoco
existe una diferencia entre los laicos y los llamados de tiempo completo. Dios
espera de cada persona que hace caso del llamado que ha puesto en su vida, lo
haga con un sentir profundo de dedicación total a él. El honor y la dignidad
del llamado, así como la santidad de nuestro Dios, demanda de nuestra parte una
consagración real a Dios y al trabajo que nos esta llamado.
Oración:
- Consagremos en santidad nuestras vidas a Dios.
- Hagamos un compromiso con el ministerio al cual hemos sido llamados.
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El principio de la consagracion sige vigente en aquellos que han sido llamados la ministerio
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